Lección 18: Lo que la Biblia enseña acerca del Plan de Dios para el sostén de la Iglesia. FDJZ

COLABORADORES CON DIOS

El Hacedor es también el gran proveedor. Nos da la vida, el sustento, el conocimiento de la verdad. Como demostración de su amor, nos hace sus colaboradores.

Lo que Dios nos pide no es porque lo necesite, sino para que recordemos nuestra dependencia de él y para establecer una sociedad beneficiosa para nosotros.

EL DIEZMO

El diezmo es la décima parte de las ganancias, y pertenece a Dios (Levítico 27:30; 1 Crónicas 29:12, 14). Abrahán daba su diezmo a Dios (Génesis 14:20; Hebreos 7:1–7). También Jacob lo daba (Génesis 28:22). Era práctica habitual del pueblo hebreo (2 Crónicas 31:5, 6; Nehemías 10:37, 38). Nuestro Señor Jesucristo aprobó dicha práctica (S. Mateo 23:23).

“El sistema especial del diezmo se fundaba en un principio que es tan duradero como la ley de Dios. Este sistema del diezmo era una bendición para los judíos; de lo contrario, Dios no se lo hubiera dado. Así también será una bendición para los que lo practiquen hasta el fin del tiempo”.

Elena G. de White, Joyas de los Testimo- nios, tomo 1, p. 385

USO SAGRADO DEL DIEZMO

El diezmo siempre fue usado para el sostenimiento del culto y sus ministros (Números 18:21). Es muy clara la enseñanza bíblica de que los ministros deben ser sostenidos económicamente para poder dedicarse exclusivamente al ejercicio de su ministerio (1 Corintios 9:13, 14; S. Lucas 10:7).

La Iglesia Adventista usa el diezmo que sus miembros dan generosamente para predicar el Evangelio y sostener a los ministros. De esa manera, cada centavo es empleado directamente en la obra de Dios. Se forma así una cadena de salvación: usted conoció la verdad porque otros fueron fieles en dar su diezmo, ahora usted colabora para que otros tengan el mismo bendito privilegio.

¿CÓMO SE DA EL DIEZMO?

Los que tengan cualquier clase de comercio dan el diezmo de las ganancias. Quiere decir que si en un mes entran en su negocio $10, 000.00, hay que descontar el costo de la mercadería, los gastos de sueldos, renta, luz, etc. De lo que queda como ganancia neta, se da el diezmo. Los que tienen sueldo siendo que todo es ganancia, dan el diezmo del sueldo.

El diezmo se da a la iglesia a la cual se asiste. Para ello la iglesia provee un sobre especial en el cual se anota la cantidad y el nombre. El tesorero de la iglesia extenderá un recibo. El tesorero envía el diezmo a la oficina central de la iglesia desde donde se distribuye equitativamente en todo el territorio.

OTRAS OFRENDAS

El diezmo es lo que devolvemos a Dios porque le pertenece. Nuestra dadivosidad se mide por las ofrendas.

Las ofrendas que damos en el culto denominado Escuela Sabática, es destinada a la extensión del Evangelio en las misiones extranjeras. Las ofrendas que damos en el Culto Divino son para los gastos de nuestra propia iglesia. A veces damos ofrendas para proyectos especiales. La Santa Biblia nos recomienda ser generosos al dar nuestras ofrendas (1 Crónicas 12:41–44).

MARAVILLOSAS PROMESAS DE DIOS

En el sistema de los diezmos y ofrendas, en realidad Dios nos propone una sociedad. Él que es el dueño de toda la riqueza nos invita a participar de las inmensas bendiciones que es capaz de derramar. Es por eso que nos pide que demos con abundancia y alegría (2 Corintios 9:6, 7).

Él promete cuidarnos en todo momento (Hebreos 13:5, 6). Nos asegura que podemos probarlo en su promesa de concedernos bendiciones hasta que sobreabunden (Malaquías 3:10, 11; Proverbios 11:24, 25)

ESTUDIO ADICIONAL

Dios es dueño de todo.
Es dueño del cielo y la tierra (Deuteronomio 10:14).
Le pertenecen los animales (Salmos 50:10–12).
Es suya toda la riqueza (Hageo 2:8).
Le pertenece nuestro cuerpo y nuestra vida (1 Corintios 6:20).
Somos mayordomos de Dios.
El Señor quiere que actuemos como sus mayordomos (S. Mateo 25:14; Salmos 8:4–8).
Nos da la fuerza para acumular riquezas (Deuteronomio 8:18; Proverbios 10:32).
Pero nos insta a no tener amor al dinero (1 Timoteo 6:10).
Debemos ser mayordomos fieles (1 Corintios 4:1, 2).
Hay que dar conforme a las bendiciones que Dios nos haya concedido (Deuteronomio 16:17).
Donde esté nuestro tesoro estará nuestro corazón (S. Lucas 12:33, 34).

 

¿QUÉ DEBO HACER?
  1. Ser un fiel administrador de los bienes de Dios (S. Mateo 24:14; 28:19)
  2. Ser socio de Dios (Proverbios 11: 24, 25)
  3. Dar con alegría (2 Corintios 9: 6, 7)
MI RESOLUCIÓN:
Quiero ser socio de Dios. Prometo dar con alegría lo que pertenece a Dios.